De la oficina al atardecer: el after office vuelve como rito del verano

A medida que suben las temperaturas y las jornadas se alargan, el after office empieza a retomar terreno como uno de los panoramas favoritos en la ciudad.

 La idea de cerrar el día con algo fresco, al aire libre y sin mayor elaboración. 

Justamente en ese horario del atardecer donde el Aperol Spritz, cóctel que encarna el espíritu del aperitivo italiano, vuelve a aparecer con fuerza en terrazas, balcones y picoteos improvisados. 

El fenómeno no responde sólo a una preferencia de sabor, sino a un cambio de hábito. Las personas buscan experiencias memorables y fáciles de replicar, que no impliquen grandes preparativos. 

Por eso, el spritz se ha posicionado como un símbolo de este regreso: ligero y refrescante, con una preparación que cualquiera puede ejecutar en casa: en una copa llena de hielo, mitad de Espumante Seco, mitad de Aperol y un toque de agua con gas, finalizado con una media luna de naranja. 

Desde la marca comentan que esta tendencia crece cada verano y ha ido ganando un nuevo significado, especialmente durante la temporada. 

“Hoy las personas necesitan espacios simples y agradables para cerrar el día, y la ocasión de consumo de los spritz, apalancado en Aperol Spritz se ha transformado en un gesto natural: fácil de preparar, ligero y perfecto para compartir”, explica el equipo de marketing de Campari. 

El auge del after office no se limita a bares o terrazas y es cada vez es más común verlo como un punto de conexión en distintos escenarios veraniegos.

 Reuniones con amigos antes de un asado, encuentros breves después del trabajo, tardes en la playa que se extienden un poco más o picoteos espontáneos donde basta hielo, un par de botellas y algo salado para acompañar. 

Más que una tendencia gastronómica, el retorno del after office de verano refleja una búsqueda compartida: recuperar el placer de juntarse sin complicaciones. 

Un momento breve que se arma en minutos y que vuelve a convertir el atardecer en una especie de ritual urbano, donde la luz, la conversación y el Aperol Spritz se encuentran para marcar el verdadero fin del día.