martes, 17 de diciembre de 2019

Dulce patria: un postre con historia



Para los chilenos Eusebio Lillo Robles (Santiago, 14 de agosto de 1826-Santiago, 8 de julio de 1910) es el compositor del himno nacional. 

Pero, además, fue poeta, periodista, empresario y político y depositario de un legado culinario que se ha transmitido, de generación en generación en su familia.

Eusebio Lillo, fue un personaje que dejo huella en la historia chilena ya que fue mecenas de los grandes creadores de la época y participó activamente, en la política chilena.

De hecho, participó en la Sociedad de la Igualdad en 1850 y por estar presente en el motín del coronel Urriola (20 de abril de 1851) fue condenado a muerte; sin embargo, por ser el autor del himno nacional, su sentencia fue conmutada por el destierro a la ciudad de Valdivia, desde donde huyó hacia la ciudad de Lima.

Años más tarde, en 1890, Eusebio Lillo al viajar a Europa junto con su familia, se hizo acompañar por una talentosa empleada llamada Juanita Basaure que como tenía innatas aptitudes para la cocina, la pusieron a estudiar repostería en una academia culinaria francesa. 

La graduación de Juanita fue con los máximos reconocimientos, debido a la creación de un exótico y fino postre-crema llamado “Dulce patria” y en su creación sólo utilizó huevos, whisky, especias y almendras cortadas en juliana

Este rico, suave y fino postre resultó ser una especial crema preparada con refinadas técnicas aprendidas de la repostería francesa, que inspiraron y dieron vida a un exclusivo y tradicional postre que es parte del acervo culinario de la capital chilena.

Esta crema con sabor a amaretto, es un producto natural hecho con finas almendras seleccionadas cortadas a mano en juliana, huevos, azúcar, agua, coñac y especias.

De vuelta en Santiago, la mujer preparó su nuevo postre en la aristocrática casona del barrio Yungay, donde trabajaba como empleada para el artista y donde la familia recibía a sus visitas.

130 años después, la receta todavía se conserva en la familia Lillo, como un tesoro guardado bajo llave que la han ido traspasando, pero a sólo una persona por generación y sin que ésta, haya sobrepasado la frontera capitalina.

Hoy, la fórmula sólo la posee Juan Carlos Lillo, bisnieto de don Eusebio. La protege con tanto recelo que, incluso, la inscribió en el Registro de Propiedad Intelectual y por lo tanto solo él puede elaborarlo.

Juan Carlos explica porque el postre es totalmente santiaguino.

“Este postre, se comenzó a realizar la quinta de mi bisabuelo, en Chacabuco con Santo Domingo. Más tarde, en la casa que mi mamá tenía en Las Achiras, en el barrio Las Flores y ahora, en mi departamento de Providencia. Por eso es un postre santiaguino puro”, asegura Lillo.

Este postre se puede comer de varias maneras.
En primer lugar, como postre. Para ello, se revuelve bien el contenido del frasco antes de servir. 

Luego, se aplican tres cucharadas soperas de “Dulce patria” (80 grs, aprox.) en una copa, preferentemente de champaña y se puede decorar con crema chantilly, claras batidas a nieve y/o yogurt natural.

Otras preparaciones pueden ser Torta de merengue, rellena con dulce patria y crema chantilly; Panqueques rellenos, con dulce patria y espolvoreados con azúcar flor; helado o sorbete de limón bañado con Dulce patria que pueden ser acompañados con una taza de café o una copa de vino blanco. 

Ahora, se puede presentar en un coktail o servir de aperitivo si se baña un queso crema con Dulce Patria y se acompaña de galletas saladas




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