Con el objetivo de crear valor en la
producción textil asociada a lana merino y así generar una nueva oferta
turística en la zona un grupo de investigadores del Centro OVISNOVA de la Universidad Santo
Tomás se encuentran trabajando en un proyecto financiado por el Gobierno
Regional de O’Higgins denominado, “Tras la hebra de la oveja merino”.
Otro objetivo es salvaguarde la calidad
genética de las ovejas merino y dar a conocer el patrimonio cultural e
identitario de las tejedoras de la zona.
La oveja merino, es una de las razas ovinas originarias
de España que se distribuyó en distintos países del mundo y dada su alta
rusticidad, se encuentra en sectores de secano de Chile Central especialmente,
en la zona costera de la VI Región
donde se encuentran los rebaños más grandes.
A raíz de ello un grupo de tejedoras y
productores ovinos de la zona, están rescatando el patrimonio genético y
cultural de esta raza debido a su preciada lana con el objetivo, de generar una
nueva oferta turística en torno a la creación de una ruta textil.
La lana merino cuenta con una gran variedad de
propiedades que no se pueden encontrar en otros tipos de fibras.
Para comenzar, es la fibra más fina del mundo utilizada
en prendas de vestir delicadas y finas. También se usa en la confección de ropa
deportiva para actividades al aire libre, debido a su gran capacidad
térmica, absorbente de la transpiración, suave al contacto con la piel y
ausencia de malos olores por ser naturalmente anti-bacterial.
Además, protege de los rayos UV, es renovable,
reciclable y biodegradable.
Marcela Gómez, médico veterinario y directora
del Centro OVISNOVA de la
Universidad Santo Tomás, señala que “con este proyecto
queremos rescatar el patrimonio de ovejas merino que existe en la sexta región
y que asciende a más de 25 mil cabezas”.
“La idea, es mejorar la calidad de su lana y
ponerla al servicio del trabajo de las artesanas del territorio, que hasta
ahora solo tejían con lana de ovejas de raza tipo Suffolk también llamadas
“cabeza negra”, desconociendo el enorme potencial que tienen estos animales de
raza merino que se crían en la misma zona”, añade la coordinadora
del proyecto.
La calidad de la lana se mide en micrones
para establecer un rango de suavidad y fineza entre sus especies. Las gruesas
fluctúan entre los 30 y 35 micrones, mientras que las fibras inferiores a 26 no
generan alergia ni pican tras su contacto con la piel. La de tipo merino está
entre los 18 y 24 micrones, lo que la hace una de las más suaves y
preciadas.
En la comuna de La Estrella, una zona textil
por excelencia vive Margarita Beas, una artesana que hace más de 20 años
trabaja en el tejido, una labor que se comprueba al observar sus creaciones y
su hábil técnica para hilar.
“Lo más que me gusta de esta lana es la
suavidad, y que se logra una prenda liviana y calentita. De hecho, acá no
se conocía mucho, porque ha habido muchas mezclas entre las ovejas, además la
gente se dedica a criarlas para carne”.
Si bien en esta zona siempre se ha trabajado
la lana, este proyecto está dirigido a impregnarle un sello de calidad con
diseños únicos y una amplia variedad de productos.
Alejandra Fuenzalida, diseñadora experta en
conservación de la textilería patrimonial y parte del equipo de este proyecto,
comenta que “desarrollamos primero una línea de decoración tales como pieceras,
bajadas de cama, cojines, cortinas y también una línea de vestuario. Ahí entra
el rol principal de la lana merino, porque su foco son los productos que están
en contacto con la piel”.
El proyecto también busca incentivar a que las
mismas artesanas sean las que le den valor a las lanas, porque como esta fibra
solo se trabaja de manera industrial, los ovejeros venden su lana a empresas
intermediarias y la producción de ropa Merino se hace fuera del país.
“Ahora la lana la están trabajando manos
chilenas y la idea es comercializar los trabajos en ferias y usando plataformas
online. En el 2018, van a hacer una nueva exposición y la idea es que después
logremos más canales de comercialización”, señala Marcela Gómez.
Por esta razón, las tejedoras tuvieron que
aprender el proceso completo del acondicionamiento de la lana merino, que
requiere más dedicación que el de la lana normal que es un proceso que va desde
el lavado del vellón, pasando por el escarmenado y cardado -desenredar la
lana-, hasta las técnicas de hilar y teñir este fino y preciado material.
Todas las artesanas coinciden en que esperan
que con este proyecto la gente aprecie, busque y valore las tradiciones
chilenas, sobre todo la producción de esta fibra, que se ha perdido con el
avance del tiempo y la industrialización de la empresa textil.
Margarita Beas expresa que “la lana es muy
linda y también volver a trabajar en esto.
Margarita Beas, es una experimentada tejedora
que por sí sola se podría considerar un patrimonio cultural vivo y pieza esencial para el desarrollo y
conservación del trabajo textil.
La
Ruta estará completamente operativa a
partir del año 2018, y contará con estaciones en las cuales las artesanas no
solo venderán sus productos, sino que además mostrarán todo el proceso de
producción, desde la esquila de los animales, pasando por el lavado del vellón,
cardado, hilado, teñido y por supuesto mostrando los maravillosos telares en
que se realizan los productos, por ejemplo el Telar Mapuche.
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