Innovadores productos gastronómicos, ya sea pan,
galletas y hasta pizzas elaborados con harina de algas, se están desarrollando
en el marco del curso “Cultivo y recolección de algas y especies bentónicas en
borde costero”, proyecto que se desarrolla en el sector de Estaquilla, comuna
de Los Muermos, y que es impartido por la Fundación Chinquihue.
Son alrededor de 20 los beneficiados, la mayoría
perteneciente a la
Asociación Alguera “La Pampina”, quienes trabajan en este interesante
proyecto que busca diversificar el uso de las algas que ellos mismos plantan y
extraen de la zona.
Los objetivos del trabajo tienen que ver con
labores de plantación, cosecha, limpieza, secado, cultivo y recolección, finalizando
con la comercialización de estos productos gastronómicos, implementando una
elaboración que sea innovadora.
Gracias a estos conocimientos es que los
participantes lograron adquirir nuevas herramientas técnicas, lo que les
permitió producir galletas de cochayuyo y de luga; pizza de cochayuyo;
chocolate con cochayuyo y algas; pan de cochayuyo y de luga.
Claudio Pérez, Gerente General de Fundación
Chinquihue, calificó a este proyecto como innovador en el ámbito gastronómico.
“El proyecto ha sido bastante innovador, en el
sentido que se trataba de un trabajo en el que se buscaba ofrecer técnicas de
recolección de algas y nosotros lo transformamos en el tiempo en un proyecto en
el que no sólo recolectamos, sino que transformamos el producto”.
En el contexto actual y proyectándose al futuro
en el ámbito alimentario, este tipo de iniciativas tienen grandes ventajas.
“Hoy se busca acceder a productos con un mejor
nivel nutricional y que sean naturales, fundamentalmente, sin ningún tipo de intervención.
Yo creo que desde ahí hay un camino importante por el cual desarrollar esta
innovación”, indicó. Hoy los recursos del mar son variados por lo que resulta,
perfectamente viable acceder a transformar otros productos que sean
complementarios a esta iniciativa”, opina Pérez.
El proceso para producir la harina de algas
consiste en colectar el alga para luego ser secada por alrededor de una semana
en completa oscuridad. Esto busca evitar que el producto pierda sus compuestos
activos.
Tras esa etapa el alga se pone en un horno por algunas horas para
terminar de secar, y cuando ya está seca, ésta se muele con un molinillo para
finalmente pasarla por un cedazo. Todo se hace de forma artesanal.
Si bien es variable la cantidad de algas
necesarias para producir un kilo de harina, puesto que poseen entre un 80 y 90
por ciento de humedad, se necesita alrededor de 10 kilos de este recurso
marino. Interesante es que el alga se da de forma abundante en las costas de la
zona, por lo que prácticamente no tiene costo alguno recolectarla.
Si bien los productos elaborados en esta ocasión
consisten en galletas de cochayuyo y de luga; pizza de cochayuyo; chocolate con
cochayuyo y algas; pan de cochayuyo y de luga, producto al que además se le
agregó ciboulette, no se descarta que se pudiese producir otro tipo de
productos gastronómicos, entre los que
se cuentan espaguetis, snacks o cereales.
Carla Olate, Bióloga Marina en proceso de
obtener el grado de doctora en Acuicultura por la Universidad Autónoma
de Barcelona, fue la encargada de dirigir este curso.
“En este momento estamos innovando con el tema
de las harinas, porque la gente en general vende sus productos tal como los
obtiene del mar. Van a la playa, lo sacan, lo secan y lo venden. Nosotros
estamos haciendo algo ya más elaborado”.
Los usos más populares de las algas han sido
históricamente en la industria cosmética, alimenticia, dental, entre otras.
“Las algas se caracterizan por ser ricos en
fibra, sales minerales, magnesio, calcio y propiedades antioxidantes, lo que
las convierte en un importante alimento, ya que previene enfermedades como la
obesidad, cáncer, además de tener atributos fotoprotectores. Este es sin duda
un tema innovador para la gente de “La Pampina”. Para ellos sería una entrada importante
de recursos lo que les permitiría aumentar sus remuneraciones en base a un
simple tratamiento de sus recursos naturales”, explicó la bióloga.
Es así como Olate trabajó en la obtención de
productos en base a cochayuyo (Durvillaea antárctica) y luga (Gigartina
skottsbergii), los que fueron procesados por los mismos algueros para obtener
un subproducto y un mejor precio. Además, en opinión de la profesional, debiese
aumentarse el consumo de este tipo de productos a nivel nacional e
internacional.
Eurecia Llaiquén vive hace por lo menos 40 años
en ese sector. Ella es la actual presidenta de la Asociación Alguera
de “La Pampina”
y explica que siempre habían comercializado diversos tipos de algas, pero nunca
había podido lograr producir otro producto a partir de este recurso natural.
La dirigente aseguró que “aprendimos cosas
nuevas, porque por primera vez estamos haciendo esta innovación. Además, que el
producto (las algas) siempre han estado ahí, pero por poco conocimiento no se
hacen estas cosas. Es muy bueno haber podido lograr hacer cosas nuevas, porque
la harina de cochayuyo es una novedad acá en el sector y entre nuestros planes
está proyectarse en este ámbito, produciendo diversos productos para ser
comercializados en la zona”.
“Para
nosotros como fundación es muy gratificante, porque en el fondo lo que buscamos
es precisamente ir a aquellos lugares donde las dificultades de acceso son
mayores. Es así como buscamos desarrollar nuevos productos, nuevos mercados,
como también poder hacer estudios más acabados que sirvan de complemento entre
la investigación y la práctica”, concluyó Claudio Pérez.
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