Los hábitos de gasto de los
viajeros durante sus experiencias en destino muestran marcadas diferencias
según la generación, y estas distinciones ofrecen información valiosa para los
profesionales del sector turístico.
Así lo confirma el más
reciente informe de Phocuswright, U.S. Traveler Trends 2025, una
investigación que profundiza en los comportamientos de consumo de los turistas
de ocio en Estados Unidos, con implicancias que trascienden fronteras.
Generaciones, gasto y
prioridades
El análisis revela que millennials
y la Generación Z tienden a mantener sus gastos relativamente bajos
durante sus viajes. La mayoría de ellos destina menos de 1.000 dólares por
viaje a experiencias en destino. Esta moderación podría deberse tanto a
factores económicos como a una mayor conciencia sobre el ahorro y el uso
eficiente del presupuesto durante los desplazamientos.
En contraste, los baby
boomers—nacidos entre mediados de los años 40 y mediados de los 60—se destacan
por ser los que más gastan en destino, con casi uno de cada cuatro indicando
desembolsos de 6.000 dólares o más por viaje. Esta disposición al
gasto puede estar vinculada a una mayor capacidad adquisitiva, menos
compromisos financieros inmediatos y un enfoque más experiencial en su manera
de viajar.
Por su parte, la Generación
X, que abarca a los nacidos entre 1965 y 1980, mantiene un perfil equilibrado.
Su distribución de gasto se reparte de forma relativamente uniforme entre los
distintos rangos de inversión, lo que refuerza su imagen como grupo intermedio
tanto en edad como en comportamiento financiero.
Investigación continua sobre
el viajero estadounidense
El informe forma parte de
una encuesta en línea trimestral realizada a adultos estadounidenses
con acceso a internet que practican turismo de ocio. Este esfuerzo continuo de
Phocuswright permite obtener una visión actualizada y dinámica de las preferencias,
comportamientos y actitudes del viajero contemporáneo, así como
identificar tendencias emergentes que afectan directamente al desarrollo del
mercado turístico.
En cada edición, la
investigación pone el foco en aspectos distintos del viaje, como el uso de
tecnología, patrones de reserva, percepción de valor, preferencias de
transporte y, en este caso, formas de pago y gasto en destino según la
edad.
Más allá del monto: lo que el
gasto refleja
Más allá de las cifras
concretas, el gasto en destino ofrece pistas sobre cómo cada generación valora
el tiempo libre, qué tipo de experiencias prioriza y cómo se relaciona con el
destino visitado. Por ejemplo, mientras los viajeros jóvenes pueden estar más
inclinados hacia opciones accesibles y flexibles como actividades al aire
libre, gastronomía local o eventos culturales económicos, los boomers tienden
a invertir en experiencias de mayor valor añadido, como gastronomía de
alta gama, excursiones personalizadas o alojamiento premium.
Este comportamiento
diferencial tiene consecuencias directas para quienes diseñan productos,
campañas y estrategias en la industria. Las marcas turísticas deben
adaptar sus propuestas, no solo en términos de precios, sino también en cuanto
a canales de comunicación, formatos de pago, valores asociados a la experiencia
y tipo de servicios ofertados.
Transporte y pagos: nuevas
pistas de segmentación
La edición actual del informe
también explora cómo cada generación se relaciona con el transporte y los
medios de pago. Estos datos, aunque más operativos, son fundamentales para
ajustar la oferta turística a los hábitos reales de cada grupo.
Por ejemplo, los viajeros más
jóvenes tienden a utilizar medios de pago digitales con mayor
frecuencia, como billeteras electrónicas o apps móviles, mientras que los
mayores todavía mantienen una alta preferencia por tarjetas de crédito
tradicionales. Este aspecto debe ser considerado por empresas turísticas que
buscan optimizar la experiencia de usuario en todas las etapas del
viaje.
En cuanto a transporte, las
generaciones más jóvenes muestran una mayor disposición al uso de modos
alternativos o compartidos, como bicicletas, scooters o servicios tipo
rideshare, mientras que los boomers se inclinan más por el alquiler de
autos o transporte privado. Estos hábitos no solo reflejan estilos de vida,
sino también expectativas en torno a la comodidad, la sostenibilidad y la
autonomía durante el viaje.
Implicancias para el
desarrollo de producto y marketing
Para los actores del sector
turístico, estos hallazgos ofrecen una guía clara: la segmentación
generacional no puede ignorarse. Comprender las diferencias de comportamiento
entre generaciones no se trata solo de ajustar precios, sino de repensar
la experiencia en su conjunto.
En el caso de los millennials
y Gen Z, resulta clave ofrecer opciones personalizables, ágiles y
accesibles, con propuestas que combinen autenticidad y tecnología. Las marcas
que logren conectarse con los valores de estas generaciones—como la
sostenibilidad, la inclusión o el impacto positivo en las comunidades
locales—tendrán una ventaja significativa.
En cambio, para captar al
público boomer, es necesario enfatizar la calidad, la atención al detalle
y la fiabilidad de los servicios ofrecidos. Este grupo espera valor por su
dinero, pero también está dispuesto a pagar por una experiencia sin
contratiempos, cómoda y bien estructurada.
Un llamado a repensar la
estrategia
El informe de Phocuswright
ofrece una invitación directa a los profesionales del sector a revisar sus
enfoques estratégicos y operativos. Si bien los datos se recogen en el contexto
de Estados Unidos, las conclusiones pueden extrapolarse a otros mercados con
características sociodemográficas similares. En todos los casos, el éxito
dependerá de la capacidad de las organizaciones turísticas para leer
correctamente los datos, segmentar eficazmente y responder con agilidad a las
preferencias del público.
Las diferencias
generacionales, lejos de ser un obstáculo, representan una oportunidad
para diversificar la oferta y enriquecer el diseño de experiencias. Con
herramientas adecuadas de investigación de mercado y una actitud receptiva al
cambio, las marcas turísticas pueden evolucionar junto con sus audiencias y
mantenerse competitivas en un entorno cada vez más fragmentado y exigente.
En resumen, conocer cuánto
gasta cada generación es solo el punto de partida. Lo que realmente marca la
diferencia es entender por qué gastan, en qué lo hacen y cómo desean vivir
sus viajes. Esa comprensión profunda es lo que permitirá a los actores del
turismo diseñar propuestas más inteligentes, relevantes y sostenibles.