La irrupción de la
inteligencia artificial generativa (IA) y los denominados agentes autónomos
está comenzando a transformar las bases de la distribución turística. Aunque
sus efectos aún no son masivos, el sector se prepara para un cambio estructural
que podría redefinir la manera en la que los viajeros descubren, comparan y
reservan servicios.
Así lo publica el portal Smart Travel News.
En un reciente panel
organizado por Phocuswright —en el marco de su serie The New Age(nts)—
expertos de empresas como Accor, Kayak y Bonafide analizaron el impacto que
estas tecnologías tendrán sobre la infraestructura de distribución en los
próximos años. La conversación, moderada por Mike Coletta, giró en torno a la
preparación del sector ante lo que muchos consideran una revolución inminente.
Uno de los temas centrales fue
el papel que jugarán los agentes de IA en los procesos de búsqueda y reserva.
Tom Underwood, COO de Bonafide, subrayó que estos agentes no sólo modificarán
el proceso de búsqueda tradicional, sino que también ofrecerán una capacidad
mucho mayor para cruzar atributos y encontrar la opción que mejor se ajuste al
perfil del cliente. En su opinión, la utilidad real no pasará por encontrar el
precio más bajo, sino por encontrar el valor más relevante.
Desde Kayak, Matthias Keller
coincidió en que la personalización será un eje clave del futuro. A medida que
las interfaces conversacionales y los agentes inteligentes evolucionen, los
motores de búsqueda dejarán de ser una lotería para transformarse en herramientas
que entienden con precisión las preferencias del usuario.
Esto, aseguró, permitirá
ofrecer resultados más ajustados que ya no se basen únicamente en el precio,
sino en lo que verdaderamente importa a cada viajero.
Julie White, directora
comercial de Accor para Europa y el norte de África, agregó que la confianza
será un factor determinante. Para que los usuarios adopten estos sistemas,
deben creer que las recomendaciones generadas por IA son imparciales, relevantes
y alineadas con sus intereses. Esta construcción de confianza será clave,
especialmente en un contexto donde la relación con el cliente está cada vez más
mediada por tecnología.
La propia Accor ha comenzado a
explorar estas dinámicas. Alix Boulnois, directora comercial, digital y
tecnológica del grupo, calificó recientemente a la IA como un “acelerador” en
los procesos de personalización y comunicación con los clientes. Una postura
que refleja cómo algunos grandes actores del sector ya están adaptando sus
estrategias.
Otro aspecto abordado fue el
de la comercialización y el contenido. White señaló que, en este nuevo entorno,
las marcas ya no solo tendrán que pensar en cómo atraer la atención del
consumidor humano, sino también en cómo ser “legibles” para los algoritmos.
Esto supone una adaptación del contenido para que sea comprensible y valioso
tanto para humanos como para los modelos de lenguaje (LLMs) que procesarán las
decisiones de compra.
En este sentido, Underwood
alertó sobre la necesidad de rediseñar el contenido que ofrecen actualmente los
hoteles. Las webs actuales están pensadas para humanos: informan que hay una
piscina, pero no especifican detalles como su tamaño, temperatura o entorno.
Para los LLMs, la granularidad del dato será esencial. Por ello, las empresas
deberán trabajar en enriquecer su información, sin perjudicar la experiencia
del usuario humano.
El mantenimiento de esa
información será también un desafío, especialmente en entornos con múltiples
franquiciados. Aquí, según Underwood, la IA puede incluso colaborar en la
recopilación y verificación de datos, con mecanismos que permitan a los hoteles
validar automáticamente la información generada por los modelos.
Otro factor con impacto
potencial será la relación entre intermediarios tradicionales y grandes
tecnológicas. Aunque empresas como Google o OpenAI están cada vez más presentes
en la conversación sobre IA aplicada a los viajes, su papel en la distribución
aún es incierto. Keller destacó que construir una infraestructura de
distribución turística es una tarea compleja y que no todos los gigantes
tecnológicos están dispuestos a asumir ese rol completamente.
Google, por ejemplo, ha
evitado hasta ahora adoptar el modelo de OTA o convertirse en merchant of
record. White consideró poco probable que eso cambie, recordando que muchos
proveedores, como Accor, mantienen su relación con los agentes de reserva
tradicionales, especialmente en lo que respecta al manejo de pagos y atención
al cliente.
Más allá de la distribución,
los panelistas también abordaron el impacto de la IA sobre métricas como
el look-to-book ratio, que podría verse alterado por el aumento del poder
computacional y el uso masivo de caché en las búsquedas.
Asimismo, coincidieron en que
las reseñas seguirán jugando un papel importante, especialmente como fuente de
información para los LLMs, lo que exigirá mecanismos más robustos para
verificar su autenticidad. Aquí, tecnologías como las identidades digitales
pueden convertirse en aliados clave.
Mirando hacia el futuro, todos
los participantes se mostraron optimistas respecto al potencial de la IA
generativa para mejorar la personalización y eficiencia del ecosistema
turístico. Desde la posibilidad de entender qué significa realmente una “habitación
silenciosa” (incluso en términos de decibelios) hasta la capacidad de ofrecer
paquetes adaptados al detalle del perfil del viajero, el nivel de precisión
podría aumentar significativamente.
Keller resumió el desafío al
destacar que el objetivo final será reducir el tiempo que las personas dedican
a planificar sus viajes, sin sacrificar la calidad de las decisiones. Esto
implicará trabajar con los socios tecnológicos adecuados y ofrecer experiencias
que generen confianza desde el primer contacto.
Para quienes trabajan en el
sector turístico, este panorama plantea una oportunidad y una advertencia. La
infraestructura actual no está diseñada para estas nuevas dinámicas y adaptarse
requerirá no solo inversión tecnológica, sino también una transformación
cultural y organizativa. La buena noticia es que quienes den los primeros pasos
en esa dirección estarán mejor posicionados para captar una demanda más
informada, más exigente y mediada por algoritmos.
La revolución de la distribución ya no es una hipótesis lejana: es una realidad que se construye, paso a paso, con cada avance en inteligencia artificial. Y el turismo, como en tantas otras ocasiones, vuelve a estar en el centro del cambio.
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