Tras vivir en el cerro Las Cañas del puerto principal, Verónica decidió volver hace 15 años junto a sus tres hijos a la tierra donde nació, en el sector Los Chacayes, donde hoy es dirigente comunitaria y realiza un sinfín de actividades: toma la presión y pone inyecciones a los vecinos, confecciona ropa, realiza labores de aseo y hace “todo lo que sea para sobrevivir”.
Lo que más la mueve, sin embargo, es el cuidado de la naturaleza y la educación ambiental, lo que canaliza a través del manejo integral de su predio.
Fue justamente su asesor del Programa de Suelos de INDAP, Íñigo Olavarría, quien la impulsó a participar en el concurso de relatos, contando su experiencia.
Verónica construyó un sistema de microterrazas con técnicas de los incas, donde sembró romero para la alimentación de sus abejas -tiene 36 colmenas- y otras especies de flores silvestres. A esto, suma zanjas de infiltración en la parte alta del predio y canales de desvío, para capturar agua lluvia y de riego que se perdía.Además, incorporó tubos de infiltración para que el agua llegue directo a las raíces de los árboles y ha realizado una ardua labor de reforestación, sumando más de 120 especies al bosque esclerófilo existente.
El pasto seco lo deposita en las terrazas y zanjas, lo que con la humedad genera una capa de nutrientes. Todo esto le ha permitido permeabilizar su terreno, disminuir la erosión y aprovechar al máximo el recurso hídrico.
Enterada del concurso, la productora no lo pensó dos veces: se animó, escribió y ganó.
“Me sentí muy contenta, más que por el premio ($500 mil), porque deseo que la gente aprenda mis prácticas y las replique, quiero generar un cambio. Es una forma de devolverle la mano a la tierra, a la que ya hemos agredido demasiado y continúa sufriendo por la sequía que no le da tregua”, expresa.
Consultada acerca de cómo aprendió todo lo que le ha permitido crear este circuito virtuoso para su predio, expresa que “investigando y observando la naturaleza”, y afirma que la biodiversidad y hasta las malezas contribuyen al equilibrio y también al control biológico de plagas que cada tanto nos afectan. “Todas las cosas que uno aprende en la vida algún día sirven”, dice.
Usuaria del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP, Verónica vende a los vecinos de la zona miel y plantines de hortalizas y hierbas medicinales.
“En este tiempo de pandemia nos ha sido muy útil la tecnología y tenemos un grupo de WhatsApp en donde están todos los que producen, venden o hacen algo.Somos una comunidad muy unida”. Las redes sociales no son lo suyo, no le gustan.
El premio obtenido también ha sido un reimpulso para otro proyecto que ocupa la mente de esta inquieta y talentosa agricultora de San Esteban: reactivar su emprendimiento de turismo ecológico Entre Peumos y Montañas, un espacio educativo donde los participantes aprendan a implementar parcelas regenerativas, con un porcentaje de árboles nativos que permitan bajar la temperatura de la tierra en las zonas de sequía.
“Cuando volví acá no tenía nada. Hoy tengo casa, un terreno que ha ido verdeando cada vez más, un espacio para hacer talleres y mi voluntad de compartir conocimientos. La naturaleza está en permanente peligro y yo estoy abanderada para defenderla”, dice Verónica Calderón.
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