El director ejecutivo de FIA, Álvaro Eyzaguirre,
sostiene que “la papa se comercializa en Chile principalmente en el mercado de
consumo fresco, es decir en ferias libres, verdulerías y en menor proporción en
supermercados.
Más del 90% de las variedades que se venden, son papas
con piel café-roja y colores de pulpa que van desde el blanco al amarillo
intenso. Por estos días las expertas están realizando una innovación que espera
entregar al mercado líneas mejoradas de papas, un alimento esencial para los
hogares que a veces se suele evitar por el poco conocimiento de sus nutrientes,
así que la misión es mostrar su lado noble y positivo para la salud”.
¿Cómo elegir la papa?
Carolina Lizana, profesora asociada del Instituto de
Producción y Sanidad Vegetal de la Universidad Austral de Chile (UACh), comenta
que, al momento de elegir la papa, lo primero que se debe hacer es fijarse que
estén sanas y en buena condición, es decir, sin golpes y rajaduras.
Un aspecto importante es que la papa no debe tener la
cáscara ‘verdeada’, porque esto indica una mayor concentración de solanina,
compuesto que puede llegar a ser tóxico y que no se degrada totalmente con la
cocción. Si la papa tiene este color verde en la cáscara, nos obliga a pelarla
y así podemos perder más nutrientes en su cocción”.
Estos compuestos son de gran importancia en la prevención de la pérdida de visión, por degradación de la mácula ocular.
Por
otra parte, las papas de pulpa morada o roja contienen altas concentraciones de
antocianinas las cuales poseen propiedades antiinflamatorias y se relacionan
con la prevención de enfermedades como colesterol alto, diabetes, enfermedades
degenerativas en general e incluso cáncer.
Ambos tipos de papas poseen altos niveles de vitamina
C, Vitamina B6 y Potasio entre otras múltiples vitaminas y minerales con
beneficios para la salud”.
Una vez elegida la mejor papa, se debe considerar la
preparación.
Lizana explica que la bioaccesibilidad de los
carotenoide o antocianinas, es decir, cuánto de estos quedan disponibles para
ser absorbidos a nivel intestinal, después de cocinarlos y consumirlos, cambia
radicalmente con el tipo y tiempo de cocción.
“Si queremos – puntualiza Lizana – que la papa se
convierta en un buen aporte de carotenoides y antocianinas para el organismo
además de reducir la absorción del almidón, se deben seguir ciertas
recomendaciones de preparación”.
En esa línea, Anita Behn, agrónoma y curadora del Banco de Germoplasma de Papas Nativas de la UACh, sugiere que debe cocinarse en altas temperaturas, debido a su contenido de solanina y a que el almidón crudo no es digerible.
“Lo importante es cocinarla el menor tiempo posible, para que
ésta mantenga sus características nutritivas, tanto vitaminas como minerales.
Si se deja ‘al dente’ (aprox 18-20 min), mantenemos el contenido de almidón,
evitando que este se descomponga en moléculas de glucosa, actuando como fibra y
no como aporte calórico”.
Por otro lado, Behn agrega que es muy importante,
“dejar reposar las papas después de cocerlas, permitiendo que baje un poco la
temperatura y así los almidones y glucosa se transforman en almidones
resistentes, lo que significa una importante fuente de fibra resistente a la
degradación, que además funciona como alimento para la biota de nuestro
intestino grueso”.
Las expertas, que buscan difundir y desmitificar el consumo de la verdura, coinciden en que una papa mediana tiene alrededor de 100 calorías, equivalente a una barrita de cereales, sin embargo, la papa provoca una saciedad por un tiempo mucho más prolongado, convirtiéndose en un alimento completo y nutritivo, proveniente de nuestra agricultura familiar campesina.
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