Uva Maylén |
La segunda, es una variedad de uva de mesa negra, sin
semilla, de sabor dulce y excelente vida de postcosecha, que puede permanecer
hasta 90 días en frío en perfectas condiciones, lo que también le permite
llegar bien a los mercados más lejanos.
La tercera
estrella es las “Santas”, tres variedades de frambuesas de mayor tamaño,
productivas y que se adaptan muy bien en la industria de fruta congelada.
La serie Andes Nec y MaylenÒ, desarrolladas por la
Universidad de Chile y el INIA, respectivamente, ambas con el apoyo del
Consorcio Biofrutales, son variedades frutales creadas íntegramente en Chile,
el equivalente a lo que en manzanas es una Pink Lady australiana o en uva una
Red Globe californiana.
La gracia de ambos desarrollos, es que resuelven un
problema crítico para la fruta chilena: resistir en buenas condiciones los
largos trayectos que deben recorrer los envíos nacionales hasta sus mercados,
que, en el caso de China, pueden ser de hasta cuarenta días en barco.
Las variedades de frambuesas “Santas”, a su vez, son
creadas también en Chile por la Universidad Católica y el Consorcio de la Fruta
y vienen a apoyar un rubro muy representado por pequeños agricultores de todo
el país.
Se trata de variedades, junto con otras que están por
salir al mercado, que han sido desarrolladas a través de distintos programas
estratégicos y consorcios tecnológicos de CORFO, todos los cuales han sido
liderados desde la Gerencia de Capacidades Tecnológicas.
“Éstos apuntan a sofisticar nuestra oferta exportadora
a través de nuevas y mejores variedades adaptadas a las condiciones de nuestro
país. Sin duda esto nos permite ser más competitivos en los mercados globales,
encontrando nichos comerciales de mayor rentabilidad, y generando capacidades
internas para hacer frente a la competencia y visión de largo plazo de la
industria”, comenta el vicepresidente de Corfo, Pablo Terrazas.
Rodrigo Cruzat, gerente del Consorcio Biofrutales
explica que: “Es importante que Chile desarrolle variedades propias porque los
criterios con que han sido creadas las variedades extranjeras no siempre
coinciden con nuestras necesidades.
Cada país define lo que necesita y en nuestro caso
tenemos una condición muy determinante que es nuestra lejanía de los
principales mercados de consumo”, señala.
Otra razón clave para el desarrollo de variedades
propias es la adaptación a las condiciones de cultivo de Chile, según explica
Carolina Kusch, jefa de la unidad de transferencia y propiedad intelectual del
Laboratorio de mejoramiento genético y calidad de la fruta de la Facultad de
Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, entidad que desarrolló la
línea de nectarinas Andes Nec.Nectarines
“Antes Chile dependía 100% de variedades extranjeras,
cuyas cualidades eran validadas en nuestro territorio, pero esas variedades no
siempre expresaban todo su potencial porque fueron seleccionadas para otras
condiciones. Al desarrollar alternativas propias se tiene la certeza de que
están adaptadas a nuestras condiciones agroclimáticas y por lo tanto expresarán
todas sus cualidades”, señala Kusch.
Uno de estos desarrollos genéticos nacionales más
destacables es la línea de nectarinas Andes Nec que contempla seis variedades
de nectarinos. Tres son de pulpa amarilla y tres de pulpa blanca, todos con una
postcosecha superior a 35 días, lo que resuelve un gran problema que hasta
antes de su aparición tenía esta fruta.
“Sucedía que los nectarines, debido a los largos
viajes, llegaban con problemas de pardeamiento y harinosidad de la pulpa a
destino, lo que les restaba mucha competitividad. De ahí que nuestro trabajo se
focalizara en la vida de postcosecha”, cuenta Kusch.
El resultado fue óptimo y la respuesta del mercado aún
mejor ya que, actualmente, el 25% de las plantas de nectarinos vendidas en
nuestro país son de la línea AndesNec.
Hoy en Chile existen más de 550 hectáreas plantadas
con estos nectarinos y se ha enviado material genético a varios países,
incluido Estados Unidos y algunos europeos.
El programa desde el año 2010 ha tenido un costo de
$2.836 millones, de los cuales Corfo financia el 70%. En el proyecto, además de
la Universidad de Chile, participa la Universidad Nacional Andrés Bello y la
empresa Andes New Varieties Administration (ANA Chile), que está cargo de la
comercialización de estas variedades.
Por otra parte, la uva MaylenÒ,
desarrollada por el INIA y el Consorcio Biofrutales, tampoco se queda atrás.
Con más de 400 hectáreas plantadas en el país, se han exportado cerca de 1,2
millones de cajas de fruta hasta la temporada 2019-2020.
La variedad ha sido protegida en 15 países y está
siendo cultivada en otros once, tales como España, Grecia, Sudáfrica, Egipto, Túnez,
Australia, Perú e India, y también en América del Norte.
“Esta variedad es un producto especial, no sólo por su
alta calidad, buena capacidad para resistir viajes prolongados y atractivos
precios. Muy pronto esperamos lanzar al mercado dos nuevas variedades de uva de
mesa: una variedad roja, firme, sin semillas, de media estación y otra variedad
sabor moscatel, sin semillas, de muy buen color y productiva”, comenta la
doctora Paola Barba, genetista a cargo del Programa de Uva de Mesa de INIA –
Biofrutales.
Otro caso destacable es la línea de frambuesas
“Santas”, tres variedades cuya investigación partió en 2009 y que, en sólo seis
años y medio, ya habían sido registradas comercialmente.Frambuesas "Santas".
Una muy buena performance, considerando que un
desarrollo de variedades por cruces convencionales, sin transgenia, toma entre
10 y 12 años.
Los resultados son las variedades Santa Teresa, Santa
Clara y Santa Catalina, cuyos rendimientos están en torno a las 20 toneladas
por hectárea, versus los 8 o 9 de las variedades que tradicionalmente s
e han
plantado en Chile.
Las Santas también destacan por ser más dulces, más
grandes y porque sus plantas son remontantes, lo que permite aprovechar la
cosecha de la temporada en que se establece el cultivo. Estas variedades las
cultivan pequeños productores, lo que presenta una gran oportunidad para la
agricultura familiar campesina.
“Nuestro objetivo era mejorar una especie que tiene
gran impacto en un sector de la agricultura fuertemente representado por familias
campesinas. Poder ofrecerles a ellos nueva tecnología varietal que ayude su
negocio es una gran satisfacción”, declara Sergio Maureira, gerente del
Consorcio Tecnológico de la Fruta de Asoex.
Se espera que en los próximos tres años este grupo de instituciones y empresas saquen al mercado tres nuevas variedades de uvas, una de manzanas, una de cerezas y tres de nectarinas, convirtiendo a Chile no solo en un actor relevante en la producción de fruta fresca, sino que también, en un exportador de genética de alta calidad de la mano de destacados investigadores chilenos.
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