Desde hace ya algunos años que
Chile se ha posicionado en Latinoamérica como uno de los países que movilizan
más pasajeros en viajes aéreos. Se trata de un transporte que crece con nuevas
oportunidades de rutas, pero también desafíos.
De acuerdo con la Junta de
Aeronáutica Civil (JAC), entre enero y junio de 2025 más de 14,3 millones de
personas volaron a destinos nacionales o internacionales, cifra que representa
el mejor primer semestre de la historia aerocomercial del país. Las estadísticas
también evidencian que el tráfico internacional aumentó un 9,2%.
‘Ampliar la red de rutas
aéreas’
Según la Asociación Chilena de
Líneas Aéreas (Achila) y la Asociación de Transporte Aéreo Internacional
(IATA), Chile tiene un gran potencial ‘para crecer en movilidad y turismo’.
‘A nivel nacional, el
crecimiento sostenido del sector tras la pandemia abre una gran oportunidad
para ampliar la red de rutas aéreas dentro del país, aspecto fundamental para
mejorar la conectividad interna’, dice.
Respecto del ámbito
internacional, las asociaciones indican que ‘Chile continúa siendo un referente
turístico a nivel mundial, lo que incentiva a las aerolíneas a considerar la
apertura de nuevas rutas directas hacia mercados de alto potencial. Esto favorece
la competencia y genera beneficios directos para los pasajeros’.
Con todo, en la industria
apuntan a que es fundamental contar con una colaboración público privada que
‘garantice las condiciones adecuadas y un marco regulatorio sólido para
operar’.
En ese sentido, desde ambas
asociaciones plantean que ‘persisten elevados costos operativos que limitan la
expansión de este medio de transporte. También hay propuestas legislativas que
podrían tener impactos negativos en la industria, pero sobre todo en los
usuarios’.
Álvaro Peña, integrante del
Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), comenta que Chile ‘tiene
potencial para convertirse en un centro de conexión hub para Oceanía, Asia
Pacífico y Conosur’.
Las oportunidades que podrían
surgir para el turismo y la carga aérea son observadas por los fabricantes de
aviones. Es el caso de Airbus, cuyo modelo A220, que aún no opera dentro de
Latinoamérica y que tiene capacidad para rutas domésticas e internacionales, ve
potencial en la región y en países como Chile y Brasil.
Daniel Wenninger, jefe del
A220 Programme Office, con base en Canadá, plantea que el modelo podría
conectar a Santiago ‘potencialmente con todos los aeropuertos en Sudamérica y
hasta el Caribe y Centroamérica’.
Para el ejecutivo, el avión se
caracteriza por su ‘flexibilidad aérea, con rutas cortas, incluso de 20
minutos, y otras largas, que superan las 6 horas’.
‘Capacidad ante mayor demanda’
A juicio de Peña, quien
también es académico de la U. Católica de Valparaíso, hay desafíos con ‘las
demandas de infraestructura aeroportuaria y el soporte capaz de responder a la
necesidad de los pasajeros que cada vez son mayores’.
‘Otro tiene que ver con la
interconexión territorial. Sobre todo porque hay una concentración en torno al
aeropuerto de Santiago, pero en regiones es más limitada’, señala.
En una línea similar, la
ministra de Obras Públicas, Jessica López, afirma que ‘ante la creciente
demanda de vuelos nacionales e internacionales, hoy el desafío es que los
terminales, las pistas y las plataformas de los 17 aeropuertos de la red
primaria presenten condiciones óptimas tanto para la operación de las aeronaves
como para la experiencia de los pasajeros’.
La secretaria de Estado dice
que para abordar ese reto ‘tenemos planificada una inversión sectorial de más
de un billón de pesos de aquí a 2035 en estos aeropuertos, sin contar la
inversión que realizan los concesionarios. Los cambios más relevantes se verán
en los recintos de Rapa Nui, Puerto Natales, Castro, Osorno y Valdivia’.
La cartera, además, analiza el potencial de los aeródromos regionales: por ejemplo, el de Chillán inició un estudio de demanda, que finalizará en 2026.
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