En el siglo XVI viajó desde los valles del imperio
Inca hasta Europa y, desde entonces, ha ayudado a combatir hambrunas, a
erradicar el hambre y a aumentar la seguridad alimentaria, mientras que ayuda a
combatir la pobreza al proveer trabajo para millones de agricultores en todo el
mundo.
Hoy, 159 países del mundo cultivan papa, alcanzando
una producción anual 374 millones de toneladas. Como tercer cultivo alimentario
más disponible en el planeta, después del arroz y el trigo, la papa aporta a la
transformación de los sistemas agroalimentarios gracias a su gran resiliencia y
adaptabilidad.
En la variedad está el gusto: la enorme variedad de
papas juega un rol vital en la seguridad alimentaria. No solo porque sin duda
ha de existir una variedad para saciar todos los gustos sino porque esta
característica permite enfrentar diversidades climáticas y enfermedades.
Los agricultores andinos del valle quechua fueron los
primeros en beneficiarse de estas cualidades, cultivando distintas
variedades de este alimento en mesetas a más de 3 000 metros sobre el
nivel del mar o en medio de heladas en la tundra alpina de la región de la Puna
a 4 700 metros de altura. Hoy en día, Perú es el país que tiene diversidad de papa, con cerca de 3 000 variedades nativas.
Rica en nutrientes: La papa es rica en vitamina C y en potasio, un electrolito que contribuye al buen funcionamiento del corazón, los músculos y el sistema nervioso. Su piel contiene fibra dietética, importante para la digestión en humanos.
Así mismo, las patatas contienen antioxidantes, lo que
contribuye a mantener niveles saludables de colesterol. La papa, como uno de
los tubérculos más conocidos, es uno de los alimentos base para la Diversidad
Mínima de la Dieta.
Eficiente y sostenible: A pesar de que la superficie
mundial dedicada a la papa disminuyó un 17 % entre 2000 y 2020, la producción
total aumentó un 11,25 %.
Un ejemplo de las mejoras introducidas por los
agricultores son los sistemas de cultivo intercalado o de rotación de cultivos
entre papas y leguminosas, que requieren menos fertilizantes químicos y, por
tanto, reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
Medio de vida de la agricultura familiar. Según
datos del informe de FAO y PNUD “Caracterización de la agricultura familiar en América Latina y
el Caribe. Desafíos, evidencia y perspectivas 2025”, en países como
Paraguay, Nicaragua, Ecuador, Perú y Bolivia, los agricultores familiares
gestionan más del 65 % del cultivo de raíces y tubérculos, siendo clave en
los sistemas agroalimentarios.
Las mujeres rurales lideran procesos de conservación,
siembra, cosecha y comercialización. Los pueblos indígenas aportan
conocimientos ancestrales que fortalecen la sostenibilidad y resiliencia. Su
rol es vital para transformar los sistemas agroalimentarios hacia modelos más
justos e inclusivos.
Por ejemplo, los recipientes para alimentos y cápsulas
de medicamentos podrían ser confeccionados en base a papa. Con el mismo almidón
también pueden producirse adhesivos, aglutinantes, agente de textura o relleno
en las industrias farmacéutica, textil, maderera y del papel.
En este Día Internacional de la papa, celebremos su historia, diversidad y potencial para nutrir al mundo, impulsar economías locales y construir sistemas agroalimentarios sostenibles que no dejen a nadie atrás.
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