El 28 de abril, un inesperado
apagón eléctrico total sacudió a España y, como efecto secundario, también a
Portugal, y en menor medida en el sur de Francia.
El corte de suministro, que
comenzó alrededor del mediodía y se prolongó durante casi 10 horas en distintas
regiones, afectó no solo a la vida cotidiana de millones de personas, sino
también a sectores estratégicos como el turístico.
Así lo publica Tourism and Society Think Tank en su newsletter.
Las principales ciudades
turísticas de España, entre ellas Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga y
Valencia, experimentaron la interrupción total en los servicios eléctricos que
provocaron el cierre temporal de hoteles, restaurantes, museos, aeropuertos y centros
comerciales.
A su vez, los sistemas de
transporte público sufrieron cancelaciones al 100 %, con incidencias en redes
de metro, tranvías y trenes de cercanías. En los aeropuertos, los sistemas de
facturación y control de seguridad se ralentizaron, provocando colas y la
reprogramación de decenas de vuelos nacionales e internacionales.
En Portugal, la industria
hotelera portuguesa informó de problemas para atender reservas, check-ins y
servicios básicos durante varias horas, en especial en zonas costeras que, en
estas fechas, reciben un número creciente de visitantes procedentes de toda
Europa.
La causa del apagón, aún son
desconocidas por falta de respuesta del Gobierno Nacional, aunque algunos
informes técnicos, apuntan a la falta de capacidad y mala previsión y gestión
del Gobierno actual en España.
Los técnicos apuntan a un
desequilibrio entre la producción de las energías renovables y la capacidad de
asumir esa producción por el sistema eléctrico, provocando una reacción en
cadena que desestabilizó el suministro eléctrico en la Península Ibérica. Las
autoridades españolas y portuguesas han abierto investigaciones para esclarecer
las causas exactas y evitar que un incidente de esta naturaleza se repita.
El impacto en la industria
turística no se ha hecho esperar. Según cálculos preliminares de las
principales asociaciones sectoriales, las pérdidas podrían superar los 1.000
millones de euros en apenas un día.
Los hoteleros reportan
cancelaciones de última hora, principalmente por la imposibilidad de garantizar
el servicio a los clientes durante las horas críticas.
Restaurantes, cafeterías y comercios
turísticos también sufrieron pérdidas importantes, tanto por la falta de
clientes como por la interrupción de los sistemas de pago electrónicos,
esenciales en la actualidad.
En el caso de la economía en
general, se prevé pérdidas de 2 décimas del PIB.
Museos y atracciones
turísticas, como la Sagrada Familia en Barcelona, el Museo del Prado en Madrid
o la Alhambra de Granada, se vieron obligados a cerrar sus puertas o limitar su
aforo.
Los visitantes que ya se
encontraban en el interior tuvieron que ser evacuados de manera ordenada en
algunos casos, mientras que nuevas entradas fueron suspendidas durante el resto
de la jornada.
Esta circunstancia ha generado
una gran frustración entre los turistas, muchos de los cuales tenían
programadas visitas específicas y no podrán reprogramarlas fácilmente.
Los operadores turísticos
también han registrado alteraciones en sus servicios. Excursiones, visitas
guiadas y traslados fueron reprogramados o cancelados, afectando principalmente
a los viajeros que se encuentran en rutas organizadas, quienes dependen de una
estricta coordinación logística.
Varias agencias de viajes han
tenido que gestionar reclamaciones por parte de clientes afectados, mientras se
activaban protocolos de emergencia para ofrecer alternativas en la medida de lo
posible.
Muchos empresarios temen que
la imagen de inseguridad generada por este apagón afecte la confianza de los
visitantes en la fiabilidad de los servicios básicos, en un contexto
internacional donde la competencia entre destinos es cada vez más intensa.
El Gran Apagón del 28 de abril
quedará registrado como uno de los incidentes más graves de las últimas décadas
en términos de afectación eléctrica en España y Portugal.
Más allá de la inmediata
recuperación del suministro, el desafío ahora consiste en restablecer la
normalidad en sectores estratégicos como el turismo, pilar fundamental de la
economía de ambos países.
Las próximas semanas serán cruciales para medir el verdadero alcance de las consecuencias y para reestablecer plenamente la confianza de los visitantes en la fortaleza y fiabilidad de la oferta turística ibérica.
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